Parece mentira que nos encontramos en el siglo XXI y seguimos viendo como siguen predominando la estructura y el tipo de clases propios del siglo XIX.
Estudiamos en clases desde pequeños donde nos sientan en un pupitre y solo vemos la cabeza del compañero y un poquito de pizarra. Con este campo de visión, escuchamos las explicaciones que el profesor nos daba sobre el contenido que tocaba ese día. Así hasta los 18 años, que pasamos a la enseñanza superior, a la universidad. Deseos de encontrar algún cambio, decepcionados volvemos a encontrarnos la misma estructura de clase, perdón, está es casi peor todavía, aulas inmensas donde desde la mitad apenas ves la pizarra y la acústica deja mucho que desear, y masificadas de estudiantes. Ante estas “favorables” condiciones el alumno que ha pagado un dinero por recibir una formación en lo que va a ser su futuro empleo, no le queda más remedio que limitarse a ser un sujeto inherente, impersonal.
Su profesor no conoce su nombre y parece que sigue anclado en el modelo tradicional de transmisión oral de los conocimientos, sin hacer uso de las ventajas de las nuevas tecnologías que aportan a la enseñanza.
En el transcurrir diario de su vida, como se ve en el vídeo, le faltan horas para abarcar sus ocupaciones. Ocupaciones que están ligadas al uso de la tecnología (escuchar música, ver páginas web, mandar correos electrónicos, hablar por el móvil y entre hueco y hueco, comer, estudiar, trabajar e ir a la universidad).
Los estudiantes se enfrentan a la escasez de recursos económicos, compaginar el estudio con el trabajo, y al los numerosos problemas que les rodean, problemas que ellos no han creado pero a los cuales tienen que hacer frente, entre ellos poder conseguir un empleo en aquello para lo cual se están formando.
La verdad que nos ha gustado bastante el vídeo, pues es una llamada de atención para ver que las cosas apenas han cambiado a pesar de la gran evolución tecnológica que se ha producido en estas últimas décadas
Estudiamos en clases desde pequeños donde nos sientan en un pupitre y solo vemos la cabeza del compañero y un poquito de pizarra. Con este campo de visión, escuchamos las explicaciones que el profesor nos daba sobre el contenido que tocaba ese día. Así hasta los 18 años, que pasamos a la enseñanza superior, a la universidad. Deseos de encontrar algún cambio, decepcionados volvemos a encontrarnos la misma estructura de clase, perdón, está es casi peor todavía, aulas inmensas donde desde la mitad apenas ves la pizarra y la acústica deja mucho que desear, y masificadas de estudiantes. Ante estas “favorables” condiciones el alumno que ha pagado un dinero por recibir una formación en lo que va a ser su futuro empleo, no le queda más remedio que limitarse a ser un sujeto inherente, impersonal.
Su profesor no conoce su nombre y parece que sigue anclado en el modelo tradicional de transmisión oral de los conocimientos, sin hacer uso de las ventajas de las nuevas tecnologías que aportan a la enseñanza.
En el transcurrir diario de su vida, como se ve en el vídeo, le faltan horas para abarcar sus ocupaciones. Ocupaciones que están ligadas al uso de la tecnología (escuchar música, ver páginas web, mandar correos electrónicos, hablar por el móvil y entre hueco y hueco, comer, estudiar, trabajar e ir a la universidad).
Los estudiantes se enfrentan a la escasez de recursos económicos, compaginar el estudio con el trabajo, y al los numerosos problemas que les rodean, problemas que ellos no han creado pero a los cuales tienen que hacer frente, entre ellos poder conseguir un empleo en aquello para lo cual se están formando.
La verdad que nos ha gustado bastante el vídeo, pues es una llamada de atención para ver que las cosas apenas han cambiado a pesar de la gran evolución tecnológica que se ha producido en estas últimas décadas
No hay comentarios:
Publicar un comentario